Las tradiciones ancestrales de los pueblos nativos se entremezclan en los Juegos Mundiales Indígenas (Las Palmas, Brasil), pero el alma de los antepasados ahora es registrada por teléfonos inteligentes. Ha irrumpido una generación de jóvenes nativos 3.0.
A pesar de la fuerza de sus costumbres, un gran número de indios lleva años sumados a esta fiebre tecnológica y los teléfonos de última generación, las tabletas y las computadoras se convirtieron en un elemento indispensable en la rutina diaria de los jóvenes.
Anderson Iuri (foto), indio de la etnia Manoki, ojea el Facebook en una computadora mientras comienzan las competiciones y lo hace vestido con las ropas tradicionales de su pueblo: su tocado, llamado "cocar", el cinturón de piel de guepardo y una pluma de unos 30 centímetros que atraviesa su nariz.
El joven de 21 años se confiesa adicto a las nuevas tecnologías, pero no por ello deja de lado las tradiciones de su pueblo, originario del estado brasileño de Mato Grosso, fronterizo con Bolivia.
"La tecnología nos ayuda a divulgar el pueblo, mostrarlo en las redes sociales y conocer a otros pueblos también, no sólo de nuestra etnia", dice a la agencia de noticias EFE Iuri.
La llegada de internet a muchas aldeas -algunas cuentan con red desde hace más de diez años- permitió a sus habitantes aproximarse con asiduidad a otras culturas e importar algunas costumbres, como la que Marcilene tiene de escuchar música sertaneja universitaria, una versión brasileña del country.
A pesar de esta apertura, la joven india de la etnia Pataxó considera improbable que las nuevas generaciones puedan dejar de lado las tradiciones de su pueblo: "eso está dentro de nosotros, no se puede perder".
También lo cree el cacique de los Canela, Jose Lino Xihcarpo, de 51 años, quien fue testigo de la revolución tecnológica que experimentó su pueblo en la última década.
"Los antepasados continúan siendo lo más importante. Y eso no se puede perder. Está seguro y firme", cuenta mientras sigue la competición de fútbol de cabeza que se disputa en el marco de los Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas, celebrados en Palmas, capital del estado amazónico de Tocantins.
Él dejó el teléfono en casa, pero sus "parientes", como en Brasil se refieren de unos indios a otros, captan cada momento de las competiciones con sus teléfonos.
La tecnología está omnipresente en los juegos, pero no ocurre lo mismo en las más de 300 etnias con las que cuenta Brasil, según explica Ronaldo Kaingang, del Comité Intertribal Memoria y Ciencia Indígena (ITC).
"Hay pueblos indígenas que están aislados, otros menos y otros que están próximos a los centros urbanos. El impacto (de la tecnología) es diferente respecto a la proximidad de los centros urbanos", resalta Kaingang.
El indígena explicó que, al igual que en todo el mundo, la tecnología presenta sus riesgos, pero recalca que los beneficios que aportó a las aldeas de los pueblos originarios son mayores que las problemas.
"Ha supuesto un avance grande. Nos ha permitido comunicarnos con otras etnias y tener un contenido indígena (...) Integramos una aldea global, como toda la humanidad hace, sólo que con la cultura y la visión indígena", señala.
Kaingang cree que estos primeros juegos mundiales ayudarán a romper los perjuicios y el desconocimiento que muchas personas tienen sobre los indígenas en este sentido.
Y es que, como dice el cacique Xihcarpo, hay que adaptarse al presente sin perder la tradición.
Alba Santandreu - EFE.
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